sábado, 23 de octubre de 2010

La pequeña tortura: El proceso creativo

Para mí hay varios tipos de proceso creativo. Está el que uno hace para sí mismo y el que te encargan para otros. Todos tiene algo en común, tienes que ENCONTRAR UNA RESPUESTA... quizás dicho así suena algo metafísico, pero en realidad alguién te pide algo que NO EXISTE y tu le tienes que dar forma, ya sea en una canción, el diseño de un escaparate, un logotipo, etc.

Y ahí es dónde empieza lo que yo llamaría "la pequeña tortura". Ese momento que algunos hemos oido de enfrentarse al papel en blanco, a la pista vacía de un cassete. Hay que llenarlo, no sabes cómo, y a veces te arrepientes de estar ahí delante y no leyendo una revista. Durante el proceso lo único que trabaja es la cabeza, en realidad no necesitas el ordenador más equipado del mundo con todas la megas posibles, no sirve de nada, pero ayuda por ejemplo un folio y un lápiz de grafito, o si es para componer una canción un acústica y un cassete. Tienes que dar formas a ideas instantáneas y fugaces, plasmarlas de manera inmediata en algún soporte. La tortura para mi viene en forma de imágenes, sonido o conceptos que intentan dar respuesta a esa búsqueda, es una amalgama incesante de ideas, muchas veces inútiles y sin sentido, el 95% no son válidas.

Llegado no se sabe muy bien que momento, supongo que por algún tipo de intuición, elijes una opción de las que has plasmado, y comienza el proceso de desarrollo. Habitualmente suele ser más entretenido porque la respuesta ya está ahí y ahora se trata de darle forma, de rellenarla.

Cuando ya está más avanzado viene la segunda tortura: "me gusta de verdad?", "le gustará a mi cliente?". Aquí la respuesta ya no la tiene nadie, porque en este campo medio artístico, medio mercantil la ambigüedad y la subjetividad son infinitos. Lo que para mi es bonito, para el otro es horrible, así de simple. También hay que decir que a veces todo el mundo está de acuerdo y afortunadamente el problema está resuelto, o tienes la seguridad de que lo que has hecho está bien y no te importa lo que diga nadie, este caso se ajusta más al caso en que el encargo es para uno mismo, no para un cliente, y por tanto no tienes a nadie a quién contentar.

Toda esta reflexión me lleva al punto de afirmar que la creación, por supuesto, es: "comunicación", esa coletilla que tantas agencias colocan a sus nombres de empresa. Por tanto insisto en que si la idea, lo que se quiere comunicar no es buena, da igual lo que le metas: colores, formas, solos de guitarra o de pandereta. Por último está la otra pregunta del millón: qué vale mi trabajo? y si la idea es muy buena y se me a ocurrido en 2 minutos? tiene menos valor que otra peor que tardas 3 días en desarrollar? por tanto, cómo lo cobras, por horas?

Yo por suerte o por desgracia seguiré pasando por mi pequeña tortura día a día.

PD: si alguien tiene una forma mejor de hacerlo, le ruego que me lo comunique.

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